LA COSTILLA DE URDANGARÍN
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LA COSTILLA DE URDANGARÍN
Sabido es que Yahveh creó a Eva a partir de la costilla de Adán. Pero no todas las costillas gozan de la misma calidad. En el caso que nos ocupa obtener materia gris de un hueso del balonmanista Urdangarín es tarea tan sumamente compleja que no lo consigue ni el mismo Dios.
A veces no se entiende como una jauría de ciudadanos descontentos están persiguiendo a la esposa de dicho señor con tanta saña, cuando no es más que un ser desvalido incapaz de comprender y razonar. Por suerte disponemos de un justo sistema judicial que vela por los derechos de los ciudadanos, especialmente de los más desfavorecidos y vulnerables. Nuestro gobierno no se queda a la zaga y también lucha contra la injusticia.
El fisco ya no es el ogro con que nos amenazaba Borrell. Este gobierno es más comprensivo y, con su amor a la libertad, evita que persiga a los ciudadanos. Porque hay que adaptarse a las características del contribuyente. Hay casos en los que si se presentan facturas falsas, ellos, tolerantes que son, entienden que en realidad son “falseadas”, que no es lo mismo. Una persona tan corta de luces como esta señora en ocasiones se puede equivocar. Puede presentar facturas “falseadas” por 747.000 €. Por esta módica cantidad nadie se preocupa en facturar correctamente. ¿Quién pide o emite factura por un chupa chups?
Lo que ocurre es que algunos jueces inquisidores como el juez Castro no son sensibles a la imbecilidad. No comprenden que una persona que trabaja en un banco es un idiota que no tiene unos mínimos conocimientos de fiscalidad. Caso diferente sería por ejemplo, un trabajador de la construcción o un jugador de balonmano, actividades que exigen mayor inteligencia y preparación.
Este inhumano juez sometió a dura tortura a la señora a la que formuló 400 preguntas que persona tan torpe respondía balbuceando: “No ... me ... a...cuer...do”. A una persona tan lela no se la puede tratar como a las demás.
Por suerte hay que agradecer que nuestra justicia no entienda de diferencias sociales. Caso paradigmático es el del anónimo, probo y humilde ciudadano Emilio Botín. Persona que no conocía de problemas con la justicia y que se vio envuelta en un enojoso asunto. Nuestro equilibrado sistema judicial (siempre en defensa de la igualdad de todos ante la ley) le debió proporcionar un eficaz abogado del turno de oficio, el cual (conocido es el desvelo con el que llevan a cabo su labor), consiguió que el Supremo archivara su caso, al considerar que con una simple acusación popular no era suficiente para llevarlo a juicio. Afortunadamente los tiempos de la Santa Inquisición pasaron a la historia.
Nuestro gobierno, identificado con la defensa de los más débiles, no puede permitir que se cometa una injusticia con persona tan incapaz y desvalida. Hacienda ha de ser comprensiva, la abogacía del Estado lo mismo y la fiscalía debe hacer prevalecer los principios de “legalidad” e “imparcialidad”. Lo que hace con todos los ciudadanos.
De momento la Audiencia de Palma no considera que haya cometido delito de blanqueo de capitales (solo dos delitos fiscales). Hay que corregir al hooligan Castro. A la esposa de Diego Torres, en cambio, se le mantiene esa imputación. Es evidente que el cretinismo de una no es comparable con la inteligencia de la otra.
El independiente periodista Paco Marhuenda ya titulaba ayer en su períodico que la Audiencia deja la exculpación de la mema en manos de la doctrina que lleva el nombre del mencionado Botín. Este riguroso periodista nos aclara constantemente que el Supremo está formado por los jueces de mejor currículo y mayores conocimientos. Es evidente que personas de tan amplia sabiduría legal encontrarán los argumentos jurídicos para impedir que se cometa una atrocidad con la ingenua. Ello sin caer en la torpeza de la prevaricación como les ha sucedido a jueces de más escasa preparación, entre ellos Garzón y Silva. Hoy el imparcial Marhuenda titula que la defensa de la imbécil, que ejerce el fiscal Pedro Horrach, estudia recurrir ante la Audiencia para no dejar en manos del criterio del malévolo Castro su enjuiciamiento.
Esperemos que tan loables intenciones de nuestro gobierno y el resto del aparato del Estado se puedan llevar a cabo y prevalezca la justicia. Esperemos que no afecte el exceso de producción de chacina que disfrutamos últimamente. Tanta excedente charcutero podría producir tan altos niveles de colesterol que obligaran al doctor Rajoy a combatirlo con un un tratamiento más agresivo, tratamiento que no distinguiera entre colesterol bueno (la necia) y colesterol malo. Lo que nadie desearía.
A veces no se entiende como una jauría de ciudadanos descontentos están persiguiendo a la esposa de dicho señor con tanta saña, cuando no es más que un ser desvalido incapaz de comprender y razonar. Por suerte disponemos de un justo sistema judicial que vela por los derechos de los ciudadanos, especialmente de los más desfavorecidos y vulnerables. Nuestro gobierno no se queda a la zaga y también lucha contra la injusticia.
El fisco ya no es el ogro con que nos amenazaba Borrell. Este gobierno es más comprensivo y, con su amor a la libertad, evita que persiga a los ciudadanos. Porque hay que adaptarse a las características del contribuyente. Hay casos en los que si se presentan facturas falsas, ellos, tolerantes que son, entienden que en realidad son “falseadas”, que no es lo mismo. Una persona tan corta de luces como esta señora en ocasiones se puede equivocar. Puede presentar facturas “falseadas” por 747.000 €. Por esta módica cantidad nadie se preocupa en facturar correctamente. ¿Quién pide o emite factura por un chupa chups?
Lo que ocurre es que algunos jueces inquisidores como el juez Castro no son sensibles a la imbecilidad. No comprenden que una persona que trabaja en un banco es un idiota que no tiene unos mínimos conocimientos de fiscalidad. Caso diferente sería por ejemplo, un trabajador de la construcción o un jugador de balonmano, actividades que exigen mayor inteligencia y preparación.
Este inhumano juez sometió a dura tortura a la señora a la que formuló 400 preguntas que persona tan torpe respondía balbuceando: “No ... me ... a...cuer...do”. A una persona tan lela no se la puede tratar como a las demás.
Por suerte hay que agradecer que nuestra justicia no entienda de diferencias sociales. Caso paradigmático es el del anónimo, probo y humilde ciudadano Emilio Botín. Persona que no conocía de problemas con la justicia y que se vio envuelta en un enojoso asunto. Nuestro equilibrado sistema judicial (siempre en defensa de la igualdad de todos ante la ley) le debió proporcionar un eficaz abogado del turno de oficio, el cual (conocido es el desvelo con el que llevan a cabo su labor), consiguió que el Supremo archivara su caso, al considerar que con una simple acusación popular no era suficiente para llevarlo a juicio. Afortunadamente los tiempos de la Santa Inquisición pasaron a la historia.
Nuestro gobierno, identificado con la defensa de los más débiles, no puede permitir que se cometa una injusticia con persona tan incapaz y desvalida. Hacienda ha de ser comprensiva, la abogacía del Estado lo mismo y la fiscalía debe hacer prevalecer los principios de “legalidad” e “imparcialidad”. Lo que hace con todos los ciudadanos.
De momento la Audiencia de Palma no considera que haya cometido delito de blanqueo de capitales (solo dos delitos fiscales). Hay que corregir al hooligan Castro. A la esposa de Diego Torres, en cambio, se le mantiene esa imputación. Es evidente que el cretinismo de una no es comparable con la inteligencia de la otra.
El independiente periodista Paco Marhuenda ya titulaba ayer en su períodico que la Audiencia deja la exculpación de la mema en manos de la doctrina que lleva el nombre del mencionado Botín. Este riguroso periodista nos aclara constantemente que el Supremo está formado por los jueces de mejor currículo y mayores conocimientos. Es evidente que personas de tan amplia sabiduría legal encontrarán los argumentos jurídicos para impedir que se cometa una atrocidad con la ingenua. Ello sin caer en la torpeza de la prevaricación como les ha sucedido a jueces de más escasa preparación, entre ellos Garzón y Silva. Hoy el imparcial Marhuenda titula que la defensa de la imbécil, que ejerce el fiscal Pedro Horrach, estudia recurrir ante la Audiencia para no dejar en manos del criterio del malévolo Castro su enjuiciamiento.
Esperemos que tan loables intenciones de nuestro gobierno y el resto del aparato del Estado se puedan llevar a cabo y prevalezca la justicia. Esperemos que no afecte el exceso de producción de chacina que disfrutamos últimamente. Tanta excedente charcutero podría producir tan altos niveles de colesterol que obligaran al doctor Rajoy a combatirlo con un un tratamiento más agresivo, tratamiento que no distinguiera entre colesterol bueno (la necia) y colesterol malo. Lo que nadie desearía.
Fermín- BUXO
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